A mi me contaron una tarde tomando chocolate con bizcochos que hace muchos, pero que muchos años, tanto que los animales podían hablar y jugar, los árboles avisaban del peligro y a las ardillas les gustaba bailar flamenco, había tres lindos, gorditos y sonrosados cerditos, que vivían en medio de un bosque rodeado de un lago, aunque este no lo utilizaban mucho porque como ya sabéis a los cerdos no les gusta bañarse y por eso se llaman cerdos, claro!!!!!!!!!!!!!!
Por las mañanas, cuando el pájaro carpintero les despertaba con su toc! toc! toc!
¡Que pesado!, decía el primero que se despertaba, ¿cuando terminará el hueco que esta haciendo en el tronco?
Y después de un ¡¡ñoc, ñoc!!, que es como hablan los cerditos, despertaba a sus hermanos y buscaban el desayuno.
A veces encontraban bellotas, otras, trufas…¡eh! pero no de chocolate, ¿que os habéis creído?
A veces cantaban con el karaoke… (el narrador puede añadir la canción que le guste).
Y a veces jugaban al corro, (añadir la canción de corro que te guste).
Cuanto mas la repetían, mas se reían, porque a veces uno al dar la vuelta se caía y se le manchaba el hociquillo de barro.
Un día que estaban jugando en el parque que está cerca del centro comercial, oyeron un:
- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡auuuuuuuuuuuuuuu!!!!!!!!!
Sonaba poquito y los cerditos siguieron jugando…pero de pronto………….
- ¡AAAAUUUUUUUUUUUUU!
Se quedaron quietos, no sabían que era ese ruido…
Pero nosotros si… ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡era un lobo!!!!!!!!!!, pero un lobo de verdad, de los que tienen unas orejas puntiagudas y negras, unos ojos grandes, un hocico tremendo y unos dientes largos y afilados, unas manos con las garras asquerosas, una tripa oronda, unos pies sucísimos y una cola larga y peluda.
El lobo tenía hambre, mucha, pero que mucha hambre y al ver a los tres gorditos cerditos pensó que que suerte tenía, ese día iba a comer hasta explotar como un globo, y por eso se le había escapado el ¡aauuuuuuuuuuuu!
Se acercó sin hacer ruido y repitió su ¡aaaaauuuuuuuu! favorito.
Los cerditos lo escucharon y corriendo, corriendo, ¡vamos corre mas! le dijo el más grande al pequeño que se le había trabado su rabito en el columpio, ¡que nos va a comer!!
Y rapidito, rapidito, tócate el ombliguito entraron en el centro comercial y se subieron en el ascensor y le dieron al botón numero 54... y, este lobo como no había ido al Cole no sabía los números y no pudo seguirlos.
Los cerditos desde la terraza le decían:
- Ah! se siente, me doblo, me parto, me troncho.
Y el lobo les dijo con una voz ronca y tenebrosa:
- ¡Vale!...¡me piro! Pero ya os pillaré, y en el microondas os meteré, no sé si con macarrones o con patatas ¡pero os comeré!
El lobo se marchó corriendo y a punto estuvo de pillarlo un papá que iba en el coche a llevar a sus hijitos al Cole.
Los tres cerditos se subieron al autobús y regresaron al bosque.
Por la noche cuando el sol estaba cansado y se le cerraban los ojitos y se puso el pijama y ¡a dormir! y la luna, lunera salió, los 3 cerditos acordaron que tendrían que hacerse una casa para poder ocultarse cuando volviese el lobo, porque volver, seguro que iba a volver.
Los lobos cuando tienen hambre son tan, pero que ¡tannn, tannnnnnn pesados!
Pero había un problema, no se ponían de acuerdo en como hacer la casa, porque unos querían trabajar y hacer una casa grande y fuerte y otros querían terminar pronto para irse a jugar.
Yo los escuché toda la noche hablar...¡que dolor de cabezaaa!
Por la mañana, decidieron que cada uno se haría la casa como quisiera.
Cerdito Juanelo, recogió un poco de hierba, unas ramas, un poco de barro y ¡ras, ras, ras! rápidamente se hizo una casa, bueno una casa un poco chuchurría, porque con las prisas no le había salido ni redonda, ni cuadrada, ni con habitaciones, ni con cuarto de baño, ¡total el iba a hacer pis en un árbol!
Cerdito Antonello tardó un poco más. Recogió troncos de árboles que se habían caído y en la pastelería compró unos clavos… ¿qué?... Que no se compran clavos en la pastelería ¿no?
Pues sería en la frutería.
¿Tampoco?
Pues sería ....
(Añadir lo que se quiera)
¡Ay!, ¡no! boba, bobiña, tonta, tontiña ¡claro! en la ferretería.
Se colocó la gorra al revés, se puso los guantes, aunque pensó:
- Que raro, yo solo tengo una pezuña, ¿para quién harán guantes con cinco dedos?
Empezó a trabajar y despacito, despacito, que eres como un caracolito… terminó su casa cuadrada, con salón comedor y dormitorio. No hizo baño porque, como su hermano, el pis lo iba a hacer en un…. ¿?
Cerdito Franciscuelo vió lo rápido y mal que lo estaban haciendo sus hermanos.
El lo haría despacio para que fuese la mejor.
Lo importante no es acabar el primero, sino ser el mejor -decía sacándose un moco de la nariz... pero que cerdo, era este cerdo!!!!!!!
Se fue al almacén en un camión pon, pon, pon y lo llenó de ladrillos, cemento y herramienta.
Y por supuesto, una camiseta y unos pantalones cortos.
No se puede trabajar desnudito, ¡que te ven el culito!!!!!!!!!!
Hizo una casa con puertas y ventanas, con cocina, chimenea y salón y por supuesto ¡CON BAÑO!
Le quedó... ¡uy! ¡como le quedó!
Para celebrarlo, se fueron al cine y a comer palomitas de maíz y cuando salieron, decidieron darse un paseo.
Estaban muy contentos comiendo pan y pimientos, cuando escucharo:
- ¡aaaaaauuuuuuuuuuuuu!
Al oír esto, se les rizó la cola y se les escapó ¡un pedete del miedete!
Corriendo, se fueron a la casa de ramas, se encerraron y cuando el lobo llegó, llamó y dijo:
- Abridme.
- No queremos, que nos comes.
- No queremos, que nos comes.
- ¡Pues soplaré y la casa derribaré!
Y sopló y ¡hala!...la casa se deshizo.
Corriendo, corriendo, se fueron a la de madera y se encerraron todos asustados.
Llegó el lobo y les dijo:
- ¡Abridme!!
- No queremos, que nos comerás.
- Pues soplaré y soplaré y la casa derribaré.
Y sopló, y sopló, y la casa se derribó.
Y corriendo, corriendo, corriendo, los tres cerditos se encerraron en la casa de ladrillo.
Llegó el lobo y les dijo:
- ¡Abridme!
- !No queremos, que nos comerás!
- Pues soplaré, y soplaré, y soplaré, y la casa derribaré.
Sopló, sopló, sopló, y... la caso no se derribó.
¡Claro era fuerte y estaba bien hecha!
El lobo, muy enfadado y con mucha hambre, rodeó la casa, buscó las ventanas, pero no pudo entrar porque estaban las persianas echadas y además, se dio un golpe en la cocorota con el toldo ¡¡¡Ayyy!!!
Miró hacia arriba y al ver una hermosa chimenea pensó -¡ya lo tengo!…¡¡dentro de un ratito cenare cerditos!!!!!!!!!!!
El lobo metió una pataza y después la otra, pero el culito, ¡Ay! el culito se le atascó y no salía ni entraba.
Los cerdito vieron las patas del lobo, encendieron la vitrocerámica, pusieron una tremenda olla de agua a calentar…
Mientras, el lobo intentaba salir de la chimenea ¡pero estaba atrapado!
Pero vino un mosquito de Madrid y le pico en la nariz, y vino un mosquito de Málaga y le pico en la nalga y el lobo se movió de prisa y… ¡zas!!
Al agua caliente se cayó.
Pobre lobito, como lloraba, con su culito que le quemaba!
- ¡¡Ayy!!, ¡uy!, ¡ayyy! ¡uy!
Y al ver al pobre lobito llorando les dio pena y se acercaron despacito y le dijeron:
- Si no nos comes te ayudaremos.
El pobre lobo se estuvo quietecito y los tres cerditos aprovechando que el agua estaba calentita, cogieron una esponja y jabón de fresa y lo lavaron, porque estaba muy, muy, muy sucio.
Después de sacarlo del agua, lo secaron, le echaron cremita y en el culito quemadito le pusieron un pañal.
Y como era la hora de cenar lo invitaron, pero…
No, no comieron chuletas de cerdo. Comieron una rica ensalada (añadir lo que se quiera) y de postre tarta de manzana.
Desde ese día los cerditos y el lobo comen verduras y frutas, y a veces hasta piden una pizza gigante con mucho queso y tomate.
Y todo esto yo lo vi y ¡colorín, colorete tu si que eres guapete!